lunes, 12 de diciembre de 2011

A penny for your thoughts

 
Foto de Todd Winters
Pagar un penique por lo que uno piensa debió ser un dineral en la época de SirThomas More. Pero tus pensamientos no tienen precio. Voy sentado detrás de ti y los tomo prestados. Es la primera vez que haces este vuelo Madrid-Chicago. No te espera nadie en el aeropuerto. Los de la residencia te mandaron los detalles de la ruta: cogerás la línea azul del metro que sale de O'Hare y bajarás en la Western; no hay que hacer ningún transbordo. Según has leído en la guía, los chicaguenses llamamos al metroThe El porque los trenes, en lugar de ir bajo tierra, van sobre raíles Elevados. Estás algo inquieta; no es tu primer viaje a una ciudad desconocida, pero será lo más lejos que has estado nunca de tu isla. Estabas deseando esta metamorfosis. Escapar, por fin, de la habitación compartida con tu hermana, de los horarios de llegada a casa y, sobre todo, darle carpetazo a la monotonía. Tienes sueños, anhelas enamorarte, a ser posible de un afroamericano de dos metros de altura para luego volver con él al pueblo y dar que hablar. Aunque allí no hace faltan los motivos. Las noveleras van con poquito. Te vas a enamorar, y volverás con él en las vacaciones de Navidad. Ahora te das la vuelta; me sonríes. ¡Qué ganas de darte un fuerte abrazo!

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