A penny for your thoughts
Pagar un penique por lo que uno piensa debió ser un
dineral en la época de SirThomas More. Pero tus pensamientos no tienen precio.
Voy sentado detrás de ti y los tomo prestados. Es la primera vez que haces este vuelo Madrid-Chicago. No te espera nadie
en el aeropuerto. Los de la residencia te mandaron los detalles de la ruta: cogerás la línea azul del metro que sale de O'Hare y
bajarás en la Western; no hay que hacer ningún transbordo. Según has leído en la guía, los chicaguenses llamamos al metroThe El porque los trenes, en lugar de ir bajo tierra, van
sobre raíles Elevados. Estás
algo inquieta; no es tu primer viaje a una ciudad desconocida, pero será lo más
lejos que has estado nunca de tu isla. Estabas deseando esta metamorfosis.
Escapar, por fin, de la habitación compartida con tu hermana, de los horarios de
llegada a casa y, sobre todo, darle carpetazo a la monotonía. Tienes sueños,
anhelas enamorarte, a ser posible de un afroamericano
de dos metros de altura para luego volver con él al pueblo y dar que hablar.
Aunque allí no hace faltan los motivos. Las noveleras van con poquito. Te vas a
enamorar, y volverás con él en las vacaciones de Navidad. Ahora te das la
vuelta; me sonríes. ¡Qué ganas de darte
un fuerte abrazo!
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