sábado, 10 de diciembre de 2011

Perreta


Foto de Todd Winters
No sé por qué se tienen que besar haciendo tanto ruido. Me pide que la acompañe a París y luego ni caso me hace. Si ya lo sabía yo. Es el cuarto novio que tiene desde que se divorció de mi padre y ninguno le dura más de tres meses. Los desgasta de tanta pasión. Por lo menos este tiene pelas y nos paga los viajes. Aunque yo bien a gusto que me hubiera quedado en casa de mi abuela.
La verdad es que se pone muy guapa cuando se cree enamorada. No para de reírse, ni siquiera cuando besa. Pero si yo fuera él me negaría a besarla hasta que dejase de fumar. Seguro que sus besos saben a rayos. A mí me intenta besar cuando llego de pasar la quincena con mi padre, pero no la dejo. En el forcejeo siempre terminamos en el suelo desternillados de risa. Algunas veces finjo perder y me dejo besar, y la verdad es que sus besos no huelen. Yo creo que hace gárgaras justo antes de que yo llegue. Antes de que se divorciaran sí que me dejaba besar. 
Yo sigo sin entender lo del divorcio. Ni siquiera se llevaban mal. De pronto me sientan un día a hablar y me dicen que se han dado cuenta de que hace tiempo que no están enamorados y que no tiene sentido seguir viviendo juntos. Hace tiempo. ¿Cuánto tiempo es hace tiempo? ¿Desde que empecé a sacar malas notas? ¿Desde que les pedí que quería contactar con mis padres biológicos? ¿Desde que se paralizó la adopción de esa hermana que nunca llegaba? ¿Desde cuándo es hace tiempo? Yo lo tengo claro: no pienso enamorarme y mucho menos tener hijos para luego darlos en adopción o divorciarme y tenerlos del tingo al tango. Antes prefiero quedarme abrazado a un banco, como el viejo este que tengo sentado a mi lado. Te lo juro.

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