Magnolias
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Foto: María Brito |
No fue una simple
casualidad que se cruzaran delante del objetivo de mi cámara. Tampoco que eligieran
vestirse de amarillo limón y verde pasto. Y que las dos se encontraran en la
calle Montera no era en absoluto fruto del azar. Sus vidas se habían ido
cruzando intermitentemente desde que eran adolescentes, pero hasta hoy no fui
consciente de sus ‘magnolias’. Suelo usar este término para definir esos
encuentros que se van entrelazando en el espacio y el tiempo sin que, a priori,
veamos la conexión entre ellos: lo tomé de la película de Paul Thomas Anderson
que, por cierto, las dos vieron en el cine Bogart, no muy lejos de aquí, en la
calle Cedaceros, unos meses antes de que lo cerraran y cuando aún soñaban con encontrar
al amor de sus vidas. La elección de esa sala tampoco fue casual. Las dos eran
fans de Humphrey y eran capaces de ver Casablanca
una y otra vez y emocionarse en cada ocasión. Al igual que Ingrid, se
metían en historias de amor con final
anunciado. Y ya sé que todas las historias de amor tienen un final, pero
los suyos los predecía hasta el romántico
más totorota. Aunque ahora no lo recuerdan, las dos coincidieron por
primera
vez en el Instituto “Ciudad de los Poetas”, un centro situado en un
barrio de Madrid
que carecía de toda lírica hasta que en él coincidió la promoción del
82. Estaban
en primero de BUP cuando fueron, junto a su profesor de historia, al
mitin de
Felipe González en la Complutense, y en COU organizaron la quedada para
ir al
entierro de Tierno Galván. Incluso a ellas les cuesta rememorar aquel
cielo azul
antes de que la gaviota blanca empezara a defecar sobre sus cabezas.
Tampoco ninguna
de las dos visualizó su cuerpo al servicio de los transeúntes de Madrid.
Ni estos
que pudieran contar con dos mujeres que supieran hacer su trabajo con
tanta profesionalidad y galantería. Estoy tentada a recordarles esas
magnolias para que
me cuenten todas las que me perdí. Estoy segura de que sus vidas
llenarían las
páginas del mejor best-seller.
María, que bonito el relato y de nuevo me sorprende y admiro tu sutileza.....a mí también me gustaría saber más de "esas magnolias".
ResponderEliminarFeliz domingo también para ti. Ana
¡Hola, Ana! Intentaré sentarme con ellas a que me cuenten esas 'magnolias'. En cuanto lo hagan, te las hago llegar. ¡Muchísimas gracias por seguir asomándote por aquí! Un fuerte abrazo.
Eliminar¡qué capacidad para tramar esta bonita historia con critica política incluída (lo de la gaviota blanca defecando, ¡genial!, me hizo soltar una carcajada en su momento). Con la que está cayendo, hoy en día hay que llevar "paracacasgaviotasblancas".
ResponderEliminarUn besito y sigue dando rienda suelta a tu arte.
Alguna frase de este texto es tuya. ¡Ya te la recordaré! Gracias, siempre.
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