domingo, 8 de abril de 2012

Joven, proactivo y resolutivo


Foto: María Brito
El hombre del traje negro pasa de largo. No reconoce en el adiestrador de conejos al “joven con buena presencia, proactivo, que empatice fácilmente y resolutivo” que anda buscando. Esta mañana, como cada mañana desde hace tres años, el propietario del conejo consultó las páginas de empleo en Internet, leyó esas mismas palabras y tampoco se reconoció en ellas. Es cierto que ya no es joven, pero, antes de que el hambre le dibujara esos surcos en la cara, podía presumir de buena presencia. Lo de proactivo no ha sido capaz de encontrarlo en el diccionario; debe de ser un sinónimo del dinámico de los años ochenta. Entonces también buscaba trabajo; eran los años de su incorporación al mundo laboral; consultaba las páginas color sepia de El País, seleccionaba las ofertas que le interesaban, sacaba fotocopias de su curriculum y los enviaba por correo postal. Antes, le pedía a su madre que acariciara los sobres y pronunciara aquella “suerte mulana” que durante toda su formación tan buena fortuna le había traído. Se trataba de una expresión aprendida en los años que vivieron en el Sáhara; jamás se presentaba a un examen o a una entrevista de trabajo sin antes oír esas dos palabras. Había estudiado electrónica en un instituto de formación profesional. Su primer trabajo consistió en colocar cámaras anti-robo en empresas y particulares de Puerta de Hierro y Mirasierra. La crisis también golpeaba fuerte y los robos estaban a la orden del día. En los noventa trabajó para Telemadrid  y le gustaba alardear de ser uno de los testigos del atentado de los GRAPO. Luego llegó el contrato con “laTelefónica” –con  artículo- y los bancos le pusieron la alfombra roja al cuasi-funcionario. Todo eso le parece ahora parte de la prehistoria. Hace tiempo que dejó de creer en la suerte. No recuerda cómo le vino a la memoria aquel gitano de la cabra y la escalera de su adolescencia, pero fue lo que le animó a echarse a la calle con su conejita. Buscó un hueco en la calle Arenal, frente a un comercio con los surcos del fracaso dibujados en sus ventanas, y ahí la colocó; Mulana sí que empatiza fácilmente con los transeúntes. Para el hombre del traje negro son invisibles. Sin embargo, él, resolutivo, que yo recuerde, siempre fue.

1 comentario:

  1. De rabiosa actualidad pero expresándolo así es más tierno. Espero que acabe su vida laboral en "laTelefónica" y que los conejos sean un entretenimiento para sus hijos.
    P.D.: conejitos o liebres, no se me entienda mal.

    ResponderEliminar