miércoles, 18 de abril de 2012

Entre aguaceros

Foto: María Brito
Se ha levantado como el día: gris y melancólico. Observa a su nieto poner los libros a salvo de la lluvia. Esta maldita agua siempre ha sido su gran enemiga. No se siente culpable por maldecirla: sabe que ha inspirado tantas palabras como ha hecho desaparecer. En algún lugar de esta ciudad hay en este instante un poeta que, iluminado por estas gotas deslizándose en su ventana, anda uniendo sonidos. Sin embargo, aquí, en su vieja librería, todos esos sonidos volverían a convertirse en pasta de celulosa si se descuidase, y la tinta con la que fueron dibujados, vulgares nubes grises como las que hoy cubren Madrid. Algunos, los agoreros de siempre, le dicen que no se preocupe por ponerlos a salvo, que los libros tienen los días contados; él no se lo cree. Dijeron lo mismo del cine cuando apareció la televisión y ahí sigue Hollywood, llenándose los bolsillos de dólares. “Que no, que la informática también se va a cargar al cine y la música”, le replican. De tanto oírlo se lo empieza a creer, aunque sabe que él no va a tener tiempo para verlo. Mira a su nieto y siente lástima. No entiende por qué se empeña en seguirle los pasos a pies juntillas. Al igual que él, no quiere saber nada de tecnologías: ni de móviles, ni de ordenadores, ni mucho menos de blogs o redes sociales. Le explica que negarse a los cambios es cosa de viejos y no son propias de alguien de su edad, y le recuerda que las batallas se ganan desde dentro. Y si no, mírenlo a él, convertido en personaje de ficción en un blog de una aficionada a las palabras.
Nota: efectivamente, cualquier parecido entre el personaje de este texto y el señor de la fotografía es pura coincidencia. Al verdadero él lo pueden encontrar en la entrañable Librería San Ginés, en el Pasadizo de San Ginés, 2, Madrid. Por cierto, si supieran que no es de su agrado aparecer en este blog, solo tienen que decírmelo.

4 comentarios:

  1. Buenos días, Maria.

    Como siempre tus relatos me sitúan. Al don de la palabra, le añades el buen gusto de la fotografía.

    Un fuerte abrazo.

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    1. ¡Muchas gracias, Manuel! Muy halagada con tu fidelidad. Otro fuerte abrazo.

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  2. El señor-librero que ilustra tu relato pensaría distinto de internet si llegara a leer tu emotivo relato.
    Un beso.

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    1. Aunque sea amor de hermano, me da igual! Tus palabras me llegan. Otro beso enorme.

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