jueves, 8 de marzo de 2012

El perfume de las flores


Foto de Todd Winters

Si solo prestara atención a su aspecto físico, apenas me reconocería en ella. A su edad, mi piel siempre andaba bronceada por el sol, jamás tuve el pelo largo y rara vez vestía falda. Con tres hermanos varones, la sección de niñas de los grandes almacenes siempre quedaba a desmano. Sin embargo, aun con mi envoltorio varonil, sí me reconozco en su delgadez, en su desparpajo, en su coquetería. En esa preadolescencia yo soñaba con ser presentadora de telediario. Me sentaba a los pies de la cama de mis padres, justo enfrente del armario de luna, y mirando al espejo leía en voz alta algún artículo de periódico. El reto consistía en hacer el mayor número posible de contactos visuales con mi propia mirada y lograr que se alargaran en el tiempo. Para complicarlo, a veces cogía una montura de unas viejas gafas de mi madre y jugaba a ponérmelas y quitármelas, al puro estilo Rosa María Mateo. Este sueño, como otros muchos, nunca se cumplió. La mayoría ni siquiera los recuerdo; otros vuelven de vez en cuando para intentar mellar mi alma. Entonces, paso unos días espantándolos hasta que logro deshacerme de ellos. Lucía también sueña con verse frente a una cámara, aunque lo suyo es la interpretación y sus horas frente al espejo superan con creces las mías. No obstante, si hay un aspecto en el que nos diferenciamos absolutamente, ese es en la manera de lidiar con los sentimientos. Ella apenas los esconde y me hace partícipe de su tiovivo afectivo de amores y desamores sin el mínimo rubor: hoy, caballito arriba cuando recibe un gesto de esperanza; mañana, caballito abajo cuando percibe un desplante. A mi tiovivo subía yo sola y en el más absoluto de los silencios. Me pregunto si será esa la razón por la que no logro oler el perfume de las flores.

8 comentarios:

  1. Muy lindo, de verdad. Besos.

    Víctor

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  2. Hola María,

    Hoy me ha llegado tu invitación y sé que no es una casualidad que sea a través de tu texto "el perfume de las flores". También sé que una primera lectura no es suficiente para captar todo lo que en él tan bellamente expresas pero desde ya he sentido la necesidad de decirte que tus palabras no dejan indiferente y que es bueno que los sueños tampoco incluso cuando nos llegan desde el pasado lejano. Además quiero compartir contigo la certeza (al menos para mi) de que aún con sueños sin cumplir, si le das la espalda al miedo y lo sigues intentando, algún día volverás a oler el perfume de las flores y, entonces será aún más sublime y embriagador que nunca. un beso. Ruth

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    1. Hola Ruth,
      Yo tampoco creo que haya sido casualidad. Tus palabras son un regalo y me llega envuelto en esencia de flores que percibo sin ningún problema. ¡Muchísimas gracias! Un fuerte abrazo.

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  3. Quiero decirte algo y expresar lo que siento cuando te leo, pero me resulta muy difícil encuentrar las palabras, y me siento estúpida e impotente por no poder hacerlo. ¿Sabes entender el silencio? Espero que sí, para que así entiendas lo que quiero decir...

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  4. encontrar, quería decir...

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