Mientras tanto
Hacía rato que
había perdido el hilo de lo que leía pero fingí seguir leyendo. La conversación
de la pareja que se había sentado enfrente era mucho más entretenida.
Deduje que se trataba de una relación reciente que intentaba acordar ciertos pactos. Escuché cómo ella sugirió no entrar en los detalles de
relaciones anteriores, excepto para contar alguna que otra anécdota de índole
humorístico. A él le pareció una buena idea. Entonces, y sin anestesia de
por medio, él le propuso no prometerse fidelidad. Levanté la cabeza para ver la
reacción en la cara de la mujer; apoyó su mentón en ambas manos y, mientras seguía escuchando, se daba pequeños golpes con los dedos en los labios; pude deducir
que aquella propuesta no era del todo de su agrado. Él argumentó que los dos
tenían la experiencia suficiente como para saber que la monogamia era un
invento que jamás había funcionado y que empeñarse en compartir tu cuerpo con
una sola persona era quimérico. Luego matizó que tan solo se trataba de no
vetarse la posibilidad de mantener relaciones físicas con otras
personas; añadió que la ausencia de esa prohibición les llevaría, casi con toda probabilidad, a mantener menos relaciones que esos otros hipócritas que han prometido
fidelidad eterna y a la primera de cambio andan metiéndose entre las sábanas de
otra. Hubo un pequeño silencio –a mí se me hizo eterno- y habló ella: “De
acuerdo, pero haremos como con las relaciones pasadas; no nos las contaremos.
Sabremos que existen pero ni tú me hablarás sobre ellas, ni yo a ti.” El eco de
sus últimas palabras se leía en la mente de él: "ni yo a ti...".
Pensé que sería otra relación abocada al fracaso; antes, tenían por delante el
mientras tanto y se podía adivinar que iban a saber disfrutarlo.
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