domingo, 2 de septiembre de 2012

Mimetismo

Foto: María Brito
Fue cumplir los treinta y cinco y a Olivia le entraron las prisas por ser madre. A su vida no había llegado ningún embarazador que quisiera quedarse, así que decidió acudir a una clínica de infertilidad, así mal llamada. Como tenía pánico a que su cuerpo diera un cambio brusco, acudió previamente a una perrera y adoptó a Flaco, un galgo que le aseguraría, por esa ley del mimetismo, que su delgadez permanecería intacta. Después de cinco inseminaciones artificiales y cuatro fecundaciones in vitro infructuosas, terminaron de sablear su cuenta bancaria al proponerle utilizar óvulos de una donante. Ella, que siempre se había negado a la adopción porque nada le hacía más ilusión que colgar fotos de la evolución de su barriguita en facebook, se convirtió así en el vientre de alquiler del que sería su hijo adoptivo, que en realidad fue hija, por más que se encomendó a la Virgen de la Dulce Espera para que pusiera un hombrecito en su vida. En la primera visita al pediatra fue incapaz de confesar la falta de conexión biológica entre ella y aquella hermosura de bebé que era ya su vivo retrato (la ley del mimetismo se cumplía a rajatabla), así que en el historial médico quedaron archivadas todas las enfermedades que por el lado materno su pequeña Jimena podría heredar; en el lado paterno se añadió un simple “desconocido”. El pediatra, un cuasi sesentón, se quedó prendado de la belleza de Olivia que, apenas una semana después de dar a luz, ya lucía una esbelta figura (Flaco aún seguía a su lado) y se preguntaba cuán ciegos estaban los jóvenes de hoy en día para dejar que una joven así tuviera que acudir a clínicas de fertilización, así bien llamadas. No estaba en los planes de Olivia, pero tras su cuarta visita al pediatra, y con sus hormonas aún revolucionadas, terminó por sucumbir a las miradas lascivas del doctor. Aquel hombre entrado en años la sorprendió con un polvo de los que se quedan en la memoria y también en el útero, pues no hizo falta más que un lingotazo de esperma cuasi sesentero para quedarse de nuevo embarazada. Este embarazador sí ha querido quedarse a su lado y como ya son muchos en casa ha decidido devolver a Flaco a la perrera. Solo está embarazada de cuatro meses, pero, para mí, que se está engordando a toda velocidad.

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