Foto: María Brito |
Estaban de luna de
miel y ningún monumento a judíos asesinados iba a estropearles el posado.
Cierto que hay pocos enamorados que piensen en las víctimas de Napoleón I
cuando posan bajo el Arco del Triunfo parisino, o en las del almirante Nelson cuando
se acercan a Trafalgar Square. Claro que el monumento de esta imagen aún carece
de ese tiempo que todo lo cura con el que cuentan estas dos últimas obras. El
cine occidental, además, ha contribuido a que los muertos de esta barbarie del
siglo pasado nos resulten más cercanos que los que ayer mismo eran bombardeados
en Siria y veíamos casi en directo desde el sofá de nuestras casas. Entender la
razón de esta sinrazón no es tarea fácil. Así que tampoco nos termina de
extrañar la actitud de esta pareja víctima del amor. A él fue precisamente las
películas de la segunda guerra mundial lo que le llevó hasta Berlín; ella hubiera
preferido algo más romántico, Mónaco o Venecia; sin duda, ciudades que también
cuentan con asesinos a sus espaldas, pero cuyos fantasmas han tenido el tiempo
suficiente para esfumarse. Ese hombre con chaqueta oscura que se acerca a mano
izquierda es uno de ellos. El enamorado, ajeno a su presencia, le pide a su
amada que sonría, pero ella, que lo ha visto, es incapaz de hacerlo; corrige su
postura cruzando las piernas y hace un ademán de encoger los hombros. Ya es
tarde. Hay otra cámara que los ha inmortalizado. De vuelta a su país su osadía
y el destino harán que ella termine compartiendo celda con las chicas de Pussy
Riot. Y él, bueno, él sueña con que existan cárceles mixtas y un día pueda
compartir catre con las cuatro. ¡Inconsciente!
I get goosebumps everytime I read your posts. I specially like this one. besos amiga mía :)
ResponderEliminarNothing like having good friends. Muchos besos, Purva.
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