Sabía a soledad, pero también a paz, o así es como Rosa lo sentía y estaba ansiosa por contarlo. Solían reunirse una vez al mes, pero en el último semestre sólo habían logrado verse en dos ocasiones y encima en el tanatorio. WhatsApp las mantenía al día, o eso creían.
Hoy, finalmente, brindarían por la prejubilación de Julia y el aprobado del MIR de la niña de Lucía. Rosa guardó el notición para un último brindis: “No habrá bodas de plata: me separo”. No simularon sorpresa, pero su reflexión a viva voz sí las dejó boquiabiertas: “No me juzguen, chicas, pero para mí los orgasmos están sobrevalorados.”
Este relato tampoco fue seleccionado por "Relatos en Candena" de la Ser. Una pena: me moría de ganas por leer los relatos que tenían que empezar por mi última frase. ;)
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