sábado, 1 de diciembre de 2012

Sin voz

Foto: María Brito
Llevan meses esperando que les ponga voz; sus ropas veraniegas ya tienen olor a trastero. Recuerdo que unos minutos antes de retratarlas yo también estaba inmersa en una historia escrita por otro. Las observaba desde una hamaca puesta al servicio de los clientes en una terraza del parque berlinés de James-Simon, justo bajo los raíles de la estación de metro de Hackescher Markt -añadan, pues, el ruido ensordecedor de trenes frenando y acelerando-. Por la postura de la más joven, al principio pensé que se conocían entre sí; enseguida supe que su inclinación solo obedecía a un mero movimiento de girasol. Ha llegado diciembre y hoy las imagino en la misma postura, con un libro en su regazo, aunque es muy probable que ahora lean desde el sofá de sus casas y tengan una manta cubriéndoles las piernas. Las he hecho esperar meses para nada. Acabo de percatarme de que no podré ponerles voz; sus mentes andan ocupadas con palabras que no son suyas. Reconstruyen vidas ajenas que alguien inventó para ellas. Y no seré yo quien las saque de sus libros para hablarles de su soledad.

2 comentarios:

  1. Enganchas desde la primera línea.
    Me gustan tus relatos partiendo de una imagen tuya.
    Esta entrada me ha encantado, sencilla, viajera y siempre escarbando en el corazón de los personajes.

    Un besito, María, y buena semana!!!

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    1. ¡Muchísimas gracias, Malena! Tus palabras siempre rebozan amabilidad. Y sí, también logran dar confianza a una amateur buscadora de palabras.
      Otro beso grande y buena semana para ti también.

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