Foto: María Brito |
Llevan meses
esperando que les ponga voz; sus ropas veraniegas ya tienen olor a trastero.
Recuerdo que unos minutos antes de retratarlas yo también estaba inmersa en una
historia escrita por otro. Las observaba desde una hamaca puesta al servicio de
los clientes en una terraza del parque berlinés de James-Simon, justo bajo los
raíles de la estación de metro de Hackescher Markt -añadan, pues, el ruido
ensordecedor de trenes frenando y acelerando-. Por la postura de la más joven,
al principio pensé que se conocían entre sí; enseguida supe que su inclinación
solo obedecía a un mero movimiento de girasol. Ha llegado diciembre y hoy las
imagino en la misma postura, con un libro en su regazo, aunque es muy probable
que ahora lean desde el sofá de sus casas y tengan una manta cubriéndoles las
piernas. Las he hecho esperar meses para nada. Acabo de percatarme de que no
podré ponerles voz; sus mentes andan ocupadas con palabras que no son suyas.
Reconstruyen vidas ajenas que alguien inventó para ellas. Y no seré yo quien
las saque de sus libros para hablarles de su soledad.
Enganchas desde la primera línea.
ResponderEliminarMe gustan tus relatos partiendo de una imagen tuya.
Esta entrada me ha encantado, sencilla, viajera y siempre escarbando en el corazón de los personajes.
Un besito, María, y buena semana!!!
¡Muchísimas gracias, Malena! Tus palabras siempre rebozan amabilidad. Y sí, también logran dar confianza a una amateur buscadora de palabras.
EliminarOtro beso grande y buena semana para ti también.